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lunes, 12 de mayo de 2014

Mazamorra Cordobesa



«No tomaba dinero más de aceite, pan y ajos con que me sustentaba, comiendo tres veces a la semana una mazamorra con ajos y pan y aceite, cocido todo, y los demás días pan y agua y muchas yerbas que hay en aquella montaña».

Alonso de Contreras
Madrid, 6 de enero de 1582-1645
(Según el archivo de Simancas)

De Écija y Córdoba

Se llamaba Mazamorra, al guiso con el que se alimentaba a los galeotes (remeros de galeras) y a los marineros, que consistía en las legumbres disponibles, generalmente lentejas y garbanzos, cocidos juntos, y alineados con algunos vegetales disponibles, normalmente pimientos.

Se cree que su origen es romano, debido a la inclusión en el tratado culinario de Apicio de un plato elaborado de majado de pan, aceite, vinagre, agua y ajo. Se elabora con pan, almendras crudas, ajo, aceite de oliva, sal, vinagre y suele llevar huevo duro y aceitunas negras en la guarnición.

Nosotros hemos de trasladarnos al medievo, al descubrir referencias históricas de que dicho plato fue degustado por Isabel I de Castilla en Écija.

Antecesor al gazpacho y salmorejo pertenece a la tradición campesina del majao, de cortijos y de trabajo duro por la subsistencia, de la ruda vida de nuestro campesinado andaluz.

El tomate llega a Sevilla en el siglo XVI y no es hasta un siglo más tarde cuando se populariza y llega a las cocinas y los fogones, siendo entonces cuando es de suponer cuando se introduce y enriquece las diferentes sopas frías o majaos ya existentes, partiendo de la base que con la llegada del tomate es cuando nacen los diferentes salmorejos y gazpachos que se toman en Andalucía, tal como hoy los degustamos. Pero antes, ya lo hemos mencionado en alguna ocasión ya existía una variedad considerable de cremas y diferentes majaos que ofertaban los nutrientes necesarios para la subsistencia. Majaos de pan, aceite, ajo y lo que Dios tuviera en gracia ofrecernos. (altramuces, harina de algarrobas, habas secas...)

Todo valía, se trataba de conseguir el equilibrio exacto entre los alimentos, y calor siempre ha hecho en nuestra tierra más que de sobra. Por lo que recuperamos esta joya para nuestro deleite y cultura gastronómica.

Ricardo, a 12 de mayo de 2014

INGREDIENTES

1 Hogaza de pan de molla blanca o de pueblo,
con medio kilo nos sobra para cuatro comensales.

Un diente de ajo

Aceite de oliva virgen extra.

Vinagre de montilla o Jerez

Huevo cocido

Aceitunas negras

Agua
(opcional)

Almendras
(opcional)

Nueces
(opcional)

Sal


ELABORACIÓN

Poner a remojar el pan en agua fría, cuando el pan este bien empapado intentamos quitar la corteza y escurrimos con las dos manos.

Majamos junto al ajo, el aceite de oliva y el vinagre, probamos sin pasarnos de vinagre y punto de sal fina, todo bien majado hasta que nos quede una crema muy fina y homogénea.

Enfriamos antes de tomar y servimos decorado con aceitunas negras, el huevo cocido y chorrito de aceite de oliva por encima.

Comparada también con el gazpacho, la mazamorra tiene una consistencia más espesa (no lleva agua), resulta refrescante y sabrosa, ideal para el caluroso verano que se avecina.

La receta original carece de agua y de ahí su diferencia con el Ajoblanco cordobés, sin embargo, yo le he agregado un poco de agua para conseguirla más liviana y menos pesada.

Se trata de elaborar una crema fina lo más fina posible con los ingredientes que hemos referido anteriormente.


OBSERVACIONES

En vez de todo el pan, se puede sustituir una parte por almendras finamente molidas.

Es indispensable el servirla muy fría y con un cordoncito de aceite de oliva suave y del bueno.

El vinagre de mucha calidad, por favor.

Le van las uvas pasas, las nueces, los piñones, semillas de sésamo, pimientos asados y huevos de codorniz cocidos.

Para mí que es indispensable la fusión con algún elemento dulce, que contraste sabor; le añadiría al majao unos trozos de manzana peladas.

He leído que hay quien le añade peras de agua o portuguesas.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Gazpacho de Sandía



«Si fuera santa me llamaría día,
y te gustaría comerme bien fría»

Adivinanza

De Sevilla


Buenas Tardes, con este de que no hay colegio y de mi exposición en Carmona tengo un poco desatendido el blog. Quiero ir cerrando las recetas veraniegas, ya que el otoño lo tenemos prácticamente encima. Así que, como bien dice mi hija; tengo que ir cambiando el chip.

Este plato está de moda, infinidad de variantes; muy barato y rápido de elaborar. Tan solo he de añadir que después de varios intentos, me quedo más con el sabor a fruta, que con el de los vegetales que componen el gazpacho.

Sandía, fresca y dulce, sin pan. De esta manera, evitamos cierta pesadez y aligeramos una sopa que nos llena y enriquece. Entra como si nada, acompañante perfecto en la piscina o en el jardín.

Deleite para los sentidos, con sabor de placeres suntuosos y porqué no decirlo, olvidados.

Saludos Ricardo, del 6 de septiembre al 2013


INGREDIENTES

Sandía, unos 350 gramos

(Trocitos de sandía peladas y sin pipas)

Una manzana

Dos tomates maduros

Un pimiento verde

Un pepino

Aceite de oliva virgen extra

(suave)

Zumo de uno o dos limones

Medio diente de ajo

(opcional)

Sal


ELABORACIÓN

Muy fácil, en la trituradora los tomates (pelados), el pimiento verde, el pepino, la manzana y medio diente de ajo (si consideramos).

Batimos todo y observamos si es necesario incorporarle un tercer tomate.

Colamos por el colador chino.

Le incorporamos la sandía ya limpia de pepitas.

Volvemos a batir de nuevo.

Luego le añadimos el aceite de oliva, progresivamente, mientras continuamos batiendo.

He modificado el zumo de limón a cambio del vinagre típico del gazpacho, me ha gustado más el sabor.

Probar; añadir más limón si conviene, un poco más de sandía, una pera de agua no le va nada mal.

Lo dejo a vuestra elección y paladar.

Punto de sal y dejamos enfriar un par de horas.


OBSERVACIONES

Infinidad de variantes me he encontrado en este novísimo plato; hojas de menta, albahaca, salvia, remolacha, espárragos, cilandro, fresas...

Yo me he decantado con unas tiras de jamón serrano y un poco de queso fresco, cuestión de gustos.

Dos horas en la nevera ¡Qué esté bien fresquito!


miércoles, 10 de abril de 2013

Gazpachuelo Antequerano




«Ruin Gazpachuelo, cuando relata los pobres yantares de uno de los personajes.
No sabía lo que se perdía...»

Ricardo León

De Antequera (Málaga)



Muy buenas noches, hoy nos vamos para el corazón de Andalucía, traemos una receta procedente nada más y nada menos que del Convento de Santa Clara de la Paz en Antequera. Fundado por las monjas Clarisas Franciscanas el año 1603.

El Gazpachuelo, receta reina del litoral malagueño y que, sin embargo, en Antequera, a los pies del Torcal, curiosamente se mantiene hasta con cierta vigorosidad serrana, nos atreveríamos a manifestar.

Antequera ciudad milenaria y monumental, cuya gastronomía se desarrolla repleta de las ricas verduras procedentes de la vega, más una repostería exquisita; alfajores, mantecados, bienmesabe...

Se nos hace la boca agua, nada más pensar en ello. Buen principio este Gazpachuelo, al que de seguro que dentro de poco le seguirán suculentos platos procedente tan querida tierra.

Digna de resaltar es la curiosidad de ser ofrecida la sopa durante las noches de velatorio, donde los más allegados o amigos solían tomar esta sopa caliente durante el duelo. Conocido la sopa de difuntos, de ahí el dicho «Gazpachuelo, comida de duelo».



INGREDIENTES


Dos huevos

Aceite de Oliva Virgen Extra

Vinagre o limón

Un litro de agua o caldo de pescado.
(Aprox.)

Sal

Medio kilo de pescado.

Medio kilo de pan blanco.



ELABORACIÓN

Lo primero sería elaborar una mayonesa tradicional; es decir con la yema de los huevos, el aceite de oliva o girasol, el zumo de limón, punto de sal y se reserva.

A continuación, con las claras de huevos sobrantes efectuamos la siguiente elaboración:

Ponemos a hervir el agua con el zumo de limón y cuajamos las claras de huevo que anteriormente habremos batido a punto de nieve. Las incorporamos al caldo con una cuchara sopera, con cuidado, reservándolas para decorar la sopa.

Con mucho mimo y cuidado, añadimos, una vez templada el agua de la cocción a la mayonesa. ¡Ojo, que se puede cortar! Por lo tanto, no dejaremos de batir la sopa mientras vertamos la mayonesa al caldo o viceversa.

Se cuece a fuego suave y sin dejar de remover durante un par de minutos.

En el fondo de la sopera se coloca el pescado desmenuzado y cocido, más unos picatostes de pan frito.

Se decora con las claras de huevo cocidas.


OBSERVACIONES


También se suele hacer añadiendo la mayonesa en cucharones al caldo y batiendo.

La mayonesa que sea ligera, así nos será más fácil la incorporación al caldo.

Hemos de tener en cuenta que, en la costa, en vez de con agua se suele hacer con caldo de pescado y mariscos, es decir; con los descartes del mercado, la tradición nos dice que era un plato de necesidad.

Admite patatas cocidas, arroz, taquitos de jamón y todo tipo de mariscos como, por ejemplo; almejas, gambas, langostinos, mejillones…

Se puede decir que es una receta típica de pescadores, aunque esta receta de hoy provenga de Antequera...

Tiene una dificultad media, pues se nos puede cortar con mucha facilidad. Así que templad el caldo y con mucho cuidado incorporarlo a la mayonesa que os recomiendo que sea suave y líquida, nada de espesa, sino se nos cortará el caldo.

Se le puede añadir Patatas cocidas o Arroz.

Hoy en día, en la costa, podemos encontrar multitud de variantes, ya plenamente actualizado.


lunes, 12 de noviembre de 2012

Salmorejo (Córdoba)


"Más cuesta el Salmorejo que el Conejo"

Refrán Popular

De Córdoba




El Salmorejo, una exquisita salsa andaluza que ha evolucionado a lo largo de los siglos, encuentra sus raíces en los aderezos para guisos de conejo. Su historia se entrelaza con el progreso de la gastronomía y la llegada del tomate al viejo continente.

En sus inicios, el Salmorejo era una especie de salsa utilizada para dar sabor a los guisos de conejos, según se menciona en el diccionario de la Real Academia Española de 1737, también conocido como Diccionario de las Autoridades.

Sin embargo, sus raíces se remontan aún más atrás, ya que la predecesora del Salmorejo fue la "Mazamorra", una receta básica que alimentaba a las tropas romanas en tiempos antiguos, como se ha tratado en nuestro blog.

Con el tiempo, el Salmorejo se convirtió en un alimento esencial para los vareadores que trabajaban en los olivares andaluces. Cuando no disponían de pan del día anterior, recurrieron a las llamadas "harinas de pobres", como la harina de haba seca o la de altramuces, para su preparación.

La auténtica transformación del Salmorejo ocurrió con la llegada del tomate a Europa en el siglo XVIII. Es importante destacar que el tomate fue inicialmente considerado una planta ornamental y pasó mucho tiempo antes de ser reconocido como alimento.

A lo largo de un largo proceso de elaboración, el Salmorejo evolucionó para integrar el tomate como ingrediente principal, dándole su característico color rojo y un sabor fresco y sabroso que lo ha convertido en uno de los platos más populares de la cocina andaluza.

Hoy en día, el Salmorejo es un plato emblemático de la gastronomía española, especialmente en la región de Andalucía. Su textura cremosa, su refrescante sabor y su versatilidad en la presentación lo han llevado a ganarse un lugar especial en la mesa de los comensales.

Este viaje culinario desde los guisos de conejo hasta el tomate ha dejado una huella indeleble en la cultura gastronómica española, recordándonos la riqueza y evolución de nuestras tradiciones culinarias a lo largo de los siglos. Hoy, el Salmorejo sigue siendo un deleite para los paladares y una ventana a la historia de la cocina española.


INGREDIENTES

Un kilo de tomate

Doscientos gramos de pan de telera cordobesa

(Mollete o pan de trigo blanco de dos días)

Cien gramos de Aceite de oliva virgen extra

Un diente de ajo o medio.
(Depende del gusto de cada cual)

Diez gramos de Sal.


ELABORACIÓN

Cortamos el pan en trozos pequeños.

Pelamos los tomates y le quitamos las pepitas, (lo mejor sería escalfarlos durante unos segundos en agua caliente, facilitaríamos el proceso).

Cortamos en varios trozos el tomate y lo colocamos sobre el pan (jugo incluido).

Pelamos el diente de ajo y como lo vamos a usar en crudo le quitamos el centro para que no se repita.

Cortamos el ajo en varios trozos y lo añadimos junto con el pan y al tomate.

Añadimos la sal.

Luego añadimos el aceite de oliva y lo pasamos todo por la batidora hasta que quede bien fino.

Se sirve muy, pero muy frío.

La guarnición es de jamón serrano, huevo cocido picado y unas gotas de Aceite de Oliva por encima.


OBSERVACIONES


También existe la alternativa de desmenuzar el pan y mezclarlo con el tomate, aunque lo mejor es dejar que el pan se empape del jugo del tomate y darle al menos unos treinta minutos de reposo.

También se suelen echar los tomates sobre el pan y añadirle un poco de sal para que «suden».

La calidad del tomate es fundamental en este proceso y para la consumación final del plato. El aceite de oliva virgen extra y para mi gusto que sea suave.

Luego tenemos la alternativa del vinagre, que en la receta tradicional y dependiendo de la zona lo lleva o no.

En este caso nos hemos remitido a la receta más original posible que carece de vinagre.

Servir muy frío con guarnición de un buen jamón a taquitos o en juliana y su picadillo de huevo duro; regar con arte el buen aceite y servir.

Eso es cuanto se dice en aquel lugar, todo lo que se salga de esta receta es invento aparte…



jueves, 18 de octubre de 2012

Ajo Blanco Cordobés



«A ganas de comer, convite Cordobés»

 

Góngora

 

De Córdoba




INGREDIENTES


Dos dientes de ajos

Pan blanco del día anterior.

Ocho almendras crudas y peladas

Un huevo

Un cuarto litro de aceite de oliva virgen extra.

Sal

Vinagre

Agua




ELABORACIÓN


El pan primero se desmiga y se le añade un poco de agua para que se humedezca.

Pelamos los dientes de ajo

Se baten las almendras, los ajos, el huevo, la sal y el vinagre en una batidora y trituramos.

Añadimos la miga de pan y continuamos batiendo, hasta conseguir una pasta homogénea y sin grumos.

Le agregamos el aceite poco a poco.

Se pasa por un colador.

Añadimos agua si lo creemos conveniente.

Punto de sal.

Se sirve muy frío.


OBSERVACIONES


El aceite el más suave.

El vinagre puede llegar a ser opcional, hay zonas donde no se incorpora.

Indispensable servir muy frío.

Lo he decorado con un poco de cebollino fresco picado y unas semillas de sésamo tostado.

Le va bien, el jamón serrano en taquitos o juliana, la uva moscatel, el melón, uvas pasas y hasta unos langostinos.

¡Que os aproveche!



sábado, 6 de octubre de 2012

Gazpacho Ecijano (Sevilla)

«Con mal vinagre y peor aceite,
buen gazpacho no puede hacerse»

Refrán Popular


De Écija (Sevilla)



El primer poblamiento estable conocido en el espacio que hoy ocupa Écija se remonta al s. IX a.C., entre la Edad del Bronce Final y el período del Hierro I. Testimonios literarios y epigráficos que conservamos demuestran que el nombre de esta población indígena sería Astigi, que prolongó su existencia desde la época turdetana hasta la fundación de la colonia romana en el s. I a.C. Hacia el 14 a.C. el emperador Augusto fundó la colonia Augusta Firma, alcanzando un notable desarrollo. Astigi fue una de las principales poblaciones de Hispania. En 711 fue conocida como Istiyya. En 1240 se entregó al rey Fernando III, y a principios del s. XV Enrique III le otorgó el título de ciudad.



INGREDIENTES

Un kilo y medio de tomates maduros.

Un pepino pequeño.

Dos pimientos verdes pequeños.

Un cuarto de kilo de pan de pueblo del día anterior Un diente de ajo.

Una taza de aceite de oliva virgen extra.

Dos cucharadas de buen vinagre de vino.

Dos huevos cocidos

Agua fría.

Sal.


ELABORACIÓN

Se pellizca el pan y se remoja en un poco de agua, dejándose empapar.

Se suele colocar al fondo del recipiente del que vayamos a triturar.

Se lavan las demás verduras.

Se le quita el rabillo y semillas al pimiento.

Al tomate se le trocea y en general no se suele pelar. Aseguraos de que su jugo se incorpora a la marmita.

El pepino hay quien lo pela, yo no suelo hacerlo. La piel se queda en el colador, eso sí; lavarlo bien. Se trocea y se desechan los extremos del mismo.

El diente de ajo se pela y se añade a la marmita.

Ahora tenemos ya todos las verduras y hortalizas picadas, junto al pan en recipiente destinado para su triturado.

Un poco de agua, para que bata bien y poco a poco añadimos el vinagre, el aceite de oliva y la sal.

Cuando quede una pasta homogénea, probamos y rectificamos de vinagre o sal si fuese necesario.

Mucho cuidado con el vinagre.

Ahora toca colar el gazpacho.

Con un colador tipo chino lo vamos colando, comprobamos su consistencia. Si nos queda demasiado espeso añadimos un poco de agua.

Lo volvemos a probar definitivamente y le damos el último toque si consideramos necesario; he introducimos en el refrigerador para que se enfríe.

En el momento de servir se le suele agregar unos cubitos de hielo.


OBSERVACIONES

Existen multitud de variantes, cada pueblo o comarca le añade su toque personal; manzanas, cebollas, zanahorias, hierbabuena...

La guarnición clásica del gazpacho es; picatostes, cebolleta, pepinos, tomate y huevos cocidos, todo cortado finamente o a dados en caso del pan.