Alfred Dehodencq
París, 1794-1880
Pintor francés. Discípulo de Léon Cogniet, en cuyo taller se encontró con Léon Bonnat. Dehodencq, que obtuvo algunos éxitos en el Salón parisino a partir de 1844, viajó a España a finales de agosto de 1849, tras obtener del Gobierno francés el encargo de realizar un cuadro en ese país. Su interés por la pintura española debió de nacer de su asiduidad a la Galería Española de Luis Felipe, con cuyo periodo de vigencia (1838-1848) coincidieron sus años de aprendizaje y sus inicios profesionales. Durante ese periodo, sin embargo, no hay en su obra trazas de influencias españolas. Solo un Autorretrato, de busto, de 1848 (Musée d'Orsay, París), ha sido relacionado, aunque sobre bases más bien vagas, con posibles sugestiones velazqueñas. Ya en Madrid, donde los Madrazo le procuraron un taller para que trabajase, su entusiasmo por las obras de Velázquez se haría patente en algunas cartas publicadas por su amigo Gabriel Séailles:
«¡Qué pintor, amigo mío! -decía en la más explícita de ellas-. Nada puede dar una idea de él. Es la naturaleza cogida in fraganti. La observación más fina, los tipos más verdaderos, armonías de tono deliciosas, todo está ahí, lanzado con profusión sobre la tela. Su manera viva y fácil, su forma de tratar las vestimentas dejando de lado todos los detalles, esas manos a veces indicadas, testimonian una preocupación continua por el conjunto, por el efecto general. En una palabra, es más verdadero que Van Dyck, también, en fin, tan distinguido como él».
Novillada en El Escorial (1850, Musée des Beaux-Arts de Pau), el cuadro que hizo para cumplir con el encargo del Gobierno francés, obtuvo un gran éxito en el Salón de 1851 y pasó inmediatamente al Museo de Luxemburgo, donde suscitaría la admiración del círculo de pintores realistas del que formaban parte Legros, Fantin-Latour y Astruc, y, sobre todo, la de Manet, que vería en él la prueba de que la estancia de Dehodencq en Madrid había obrado «un milagro».
Con algunas interrupciones -algún viaje a París y estancias en Marruecos, en donde hizo escenas orientalistas, Dehodencq permaneció en España hasta 1863.
Entre 1851 y 1854 trabajó en Sevilla al servicio del duque de Montpensier y en 1855 se estableció en Cádiz, donde se casó con María Amelia Calderón. Tras su vuelta a París en 1863 siguió presentando en los salones cuadros de tema español (Cristóbal Colón en el convento de la Rábida, 1864; El último adiós del rey Boabdil a Granada, 1869, etc.), pero, olvidado ya por los críticos y aficionados tras sus trece años de ausencia, e incapaz, por otra parte, de asimilar los avances hacia el realismo y el impresionismo de las nuevas generaciones de pintores franceses, se convirtió en una figura marginal. Sus contemporáneos (Gautier, Astruc) vieron en él al definidor de una imagen más realista de España y la crítica francesa ha señalado, en general, lejanas sugerencias velazqueñas (el aire de dignidad y sobriedad de los personajes, la visión franca y realista del suceso, la gravedad con que se presenta...) en su Novillada en El Escorial.
Sin embargo, y pese al tono exaltado de sus cartas, hay en su obra muy pocas huellas evidentes del estudio de los maestros españoles a excepción de las que muestran el retrato de su hija, Marie Dehodencq (h. 1872, Musée des Beaux-Arts de Lyon), inspirado, como ha señalado Caumont, en los retratos de la infanta Margarita de Velázquez, y, quizá, el Retrato de la familia del duque de Montpensier en los jardines de San Telmo, que Guinard caracterizó como una de las obras «más velazqueñas de la pintura francesa».
Bohemios en marcha
Un baile de Gitanos en los jardines
Baile en los jardines del Alcázar Una joven belleza en la entrada
Combate de Novillos
Boabdil, último Rey de Granada
Niños del Coro Una cofradía pasando por la calle Génova
Sevilla 1851
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