sábado, 3 de noviembre de 2012

Sopa de Cebolla (Almería)


«De las sopas en mi niñez hay regüeldos en la vejez»

Refranero Popular

De Almería


Ha sido una noche de tormentas y de mucho aíre, algo me dice que esta sopa ha de ser muy antigua, simple pero muy reconstituyente.
Podría decir que me trae olores de campo y tierra. No es esta una receta amorosa diría yo; más bien fortalecedora para los días de frío y de trabajo duro. De cocina vieja y de historias que se cuentan alrededor de la mesa.


INGREDIENTES

Una cebolla grande 

Aceite de oliva virgen extra 

Caldo de pollo 

Rebanadas de pan tostado 

Pimienta negra 

Una pizca de pimentón picante

Sal
ELABORACIÓN

Una cazuela de barro, para mí casi imprescindible en esta receta. Unas cucharadas o chorreón, como más nos guste llamar al Aceite de oliva.

La cebolla la cortamos en juliana, muy fina y la rehogamos hasta que dore.

Se vierte el caldo de pollo ya colado. La proporción será según el número de comensales. 

Sal y un poco de pimienta negra (esta última opcional)

Una vez hervido, al menos quince minutos  apagamos el fuego y colocamos las rebanadas de pan tostado en el interior de la olla.

Si lo que deseamos es "calor" le viene ideal un espolvoreado de pimentón picante. (Esto sería opcional a la receta tradicional).


OBSERVACIONES

La receta original se hace con agua, yo la he enriquecido con Caldo de pollo, son otros tiempos estos y supongo que por carencia económica, se habría de cocinar así.

También la hemos dispuesto a veces con Tostadas y Queso gratinado sobre ellas. Enriquece mucho la sopa y le otorga un toque de especial originalidad.

La pimienta negra y el picante es mío, la receta original es de agua, pan y cebolla como en el poema de Miguel Hernández.

La cebolla se sitúa entre las primeras plantas cultivadas. Su origen se sitúa en Asia Central. Su llegada a Europa se debe a los griegos y romanos. La salsa provenzal deriva de un preparado alimenticio muy usado entre los gladiadores y legionarios: una mezcla de ajo, cebolla y aceite de oliva con posibles añadidos de laurel, perejil, albahaca y romero. 

Como considero la elaboración de la comida un verdadero rito, la cazuela nos devuelve a la naturaleza auténtica del plato; un encuentro con la tierra y nuestros ancestros más primitivos.


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