«El Garbanzo en abril, ni nacido ni por cubrir»
Refrán Popular
De Arcos de la Frontera
(Cádiz)
Se cree que fue la antigua Colonia Arcensis de los romanos.
Los musulmanes la llamaron Medina Ar-kosch. Fue fortaleza de un reino de taifa y, durante el siglo XIII, enclave decisivo en la línea fronteriza entre musulmanes y cristianos. En 1250 pasó a estar bajo el dominio de Fernando III, que cambiaría su nombre el actual Arcos, aunque permaneciendo en ella sus habitantes musulmanes, que serían definitivamente expulsados por Alfonso X (1264) tras rebelarse contra el poder cristiano.
En 1408 la ciudad fue cedida a título de señorío a Ruy López de Ávalos; desde 1440 hasta finales del siglo XVIII perteneció a la casa nobiliaria de los Ponce de León.
En los inicios del siglo XVIII, la ciudad contribuyó a la causa de Felipe V en la Guerra de Sucesión, concediéndole éste los títulos de "noble y fidelísima".
Destacó en su resistencia a la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia, siendo la villa ocupada por las tropas napoleónicas durante el bienio 1810-1812.
Esta densa historia se hace patente en un recorrido por el casco urbano que, en 1962, fue declarado Monumento Histórico-Artístico. En numerosas publicaciones se califica a Arcos de la Frontera como el pueblo más bello de España.
INGREDIENTES
ELABORACIÓN
OBSERVACIONES
Medio kilo de garbanzos lechosos
Dos cebollas de buen tamaño
Dos zanahorias
200 gramos de patatas
Dos Tomates maduros de gran tamaño
Un ramillete de perejil
Un ramillete de tomillo fresco
Cuatro o cinco dientes de ajo
(aproximadamente)
Dos hojas de laurel
Pimienta negra molida
Pimentón molido
(Opcional)
Azafrán
(Opcional)
Sal
Comenzaríamos por seleccionar unos garbanzos lechosos de categoría extra, ya que al ser el ingrediente principal deberíamos ser lo más exigente posible con el producto.
Pelamos la cebolla y la zanahoria, lavándolas y rallándolas a continuación.
Pelamos los tomates, escaldándolos en agua caliente anteriormente para poder retirar la piel fácilmente. Seguidamente los rallamos o picamos finamente, como más nos guste.
Ponemos a hervir los garbanzos con agua, añadiéndole una pastilla de caldo de ave.
En una sartén aparte sofreímos en aceite de oliva, el ajo picado, la cebolla, zanahoria y el tomate rallado.
Una vez que comiencen los garbanzos a hervir y con cuidado de no romper el hervor le añadimos, poco a poco, el sofrito.
Le añadimos las patatas troceadas, preferiblemente partidas o desgarradas en vez de cortadas a cuchillo, con objeto de que liguen en el caldo.
Le añadimos la hoja de laurel y la pizca de azafrán.
Dejamos que enternezcan los garbanzos unas dos horas (en olla exprés unos cuarenta minutos aproximadamente), asegurándonos que los garbanzos se encuentren tiernos.
Hacemos un majao con los dientes de ajo, el perejil y la pizca de pimentón. Se lo añadimos al potaje una vez tiernos los garbanzos y junto a las hojas de tomillo, que habremos sacado del ramillete fresco.
Le añadimos unos diez minutos más de cocción.
Punto de sal y pimienta.
Pelamos la cebolla y la zanahoria, lavándolas y rallándolas a continuación.
Pelamos los tomates, escaldándolos en agua caliente anteriormente para poder retirar la piel fácilmente. Seguidamente los rallamos o picamos finamente, como más nos guste.
Ponemos a hervir los garbanzos con agua, añadiéndole una pastilla de caldo de ave.
En una sartén aparte sofreímos en aceite de oliva, el ajo picado, la cebolla, zanahoria y el tomate rallado.
Una vez que comiencen los garbanzos a hervir y con cuidado de no romper el hervor le añadimos, poco a poco, el sofrito.
Le añadimos las patatas troceadas, preferiblemente partidas o desgarradas en vez de cortadas a cuchillo, con objeto de que liguen en el caldo.
Le añadimos la hoja de laurel y la pizca de azafrán.
Dejamos que enternezcan los garbanzos unas dos horas (en olla exprés unos cuarenta minutos aproximadamente), asegurándonos que los garbanzos se encuentren tiernos.
Hacemos un majao con los dientes de ajo, el perejil y la pizca de pimentón. Se lo añadimos al potaje una vez tiernos los garbanzos y junto a las hojas de tomillo, que habremos sacado del ramillete fresco.
Le añadimos unos diez minutos más de cocción.
Punto de sal y pimienta.
He propuesto algunas variantes al plato original como el azafrán, pimentón y una pastilla de caldo de ave.
Incluso algún pollo, gallina o trozo de ternera no le irían del todo mal al plato. Ganaría en nutrientes e intensidad el caldo.
El secreto, sin duda, es la integración entre la legumbre, verduras, la hierba fresca del monte.
Hay quien no le incorpora los dientes de ajo ni las patatas, ya sabéis las consiguientes variantes que ofrece la zona.
En fin, cuestión de gustos.
Plato saludable, ligero y por supuesto muy saludable para el invierno.
muy rico los garbanzos mi receta favorita es los garbanzos con sepia es facil de cocinar
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