jueves, 7 de agosto de 2014

Sopeao Almensillero



«Y cuando estemos en la honda campiña,
saborearemos entre campesinos
de muchos saberes y labia de recios perfiles,
el rico Sopeao».

Daniel Pineda Novo
Poeta nacido en Coria del Río

De Almensilla (Sevilla)



Hablando de Sopeaos nos podríamos llevar hasta mañana, genuino hermano de Gazpachos, Salmorejos y Porras. ¿Quién comenzó primero?
Todos nacen de una misma madre; el pan, el aceite, el vinagre y la sal. Luego llegaron los demás elementos; y conforme las culturas arribaron en nuestras tierras se fue enriqueciendo el producto.

Su primera procedencia puede quizás que llegara desde la lejana civilización Fenicia, luego le siguió la vieja Roma, enriquecido más tarde por los matices y aromas aportados por Al Ándalus y siendo rematado, definitivamente, con la llegada de las hortalizas de las tierras americanas.

Consiste el sopeao en moler y en majar, sobre un lebrillo de barro o madera, dependiendo de la zona. Aunque he visto lebrillos tallados en la misma roca en la sierra norte de Sevilla donde el campesinado se reunía, careciendo de medios, para efectuar la molienda. En aquellos en los que la necesidad de comida era tan imperiosa que no importaba el utensilio y ni el menaje. En algunos lugares el cucharón para degustar he ingerir el alimento se creaba sobre la marcha partiendo del producto en sí, como los pimientos verdes, por ejemplo, se recortaban y conformaban una cuchara, también las cascaras de la naranja o del limón.

Así, fue pasando el tiempo y este compendio quizás hoy coronado como rey de la alimentación vegetal se ha erigido en el zenit alimentario andaluz; cuyo destino principal era el de refrescar y paliar el desgaste energético en las duras labores del campo, bajo un sol que abrasaba en esas interminables jornadas de verano.

De haberlos hay muchos, le he dado el honor a la población de Almensilla de ser titular por razones estrictamente personales, Sopeaos los hay en toda la campiña y en toda la baja Andalucía con sus variedades correspondientes, aportadas por la tierra y naturaleza del lugar. Plato compartido y participativo de cuando las carestías nos hacía reunirnos en torno al grupo para hacer más más llevadera la carga del día.
Sin más, va siendo hora de ponerse en marcha.


INGREDIENTES

Un kilo de tomates maduros

Pan del día anterior

Un pimiento verde

Un pepino

Una cabeza de ajo

Aceite de oliva virgen extra

Vinagre de Jerez

Dos huevos cocidos

Una lechuga

Dos huevos cocidos

Melón y uvas moscatel
(opcional)

Sal


Foto sacada del Blog "Los Fogones de mi memoria"


ELABORACIÓN

Comenzamos lavando las verduras.

Seguidamente y si disponemos de tiempo se pela el tomate.

Majamos en recipiente amplio y adecuado para ello; lebrillo o dorillo.

Comenzamos con el majao, machacando los dientes de ajo pelados, sal, tomate, pimiento y las migas de pan, rehogadas en agua.

Le vamos añadiendo, progresivamente, el aceite.

Debe quedar una masa densa y prieta a la que le añadimos algo de agua muy fría, y el por último el vinagre.

Una vez conseguido el punto de sal, añadimos más pan troceado y dejamos que se embeba en el sopeao.

Le incorporamos la picada de huevos cocidos, la lechuga cortada, pepinos pelados y troceados, las uvas, trocitos de melón y cuanto consideremos oportuno.

Tened en cuenta he dado un amplio repertorio de posibilidades, pero en aquellos años lo lógico es que tan solo se le añadiera los trozos de pan y alguna que otra lechuga.

Si nos sobra algo de líquido lo retiramos con un cazo; recordad que el sopeao debe quedar muy espeso.

Dejamos reposar al menos quince minutos, si es en el interior de la nevera.

Finalizamos vertiendo un chorreón de aceite sobre el sopeao.


OBSERVACIONES

Admite; atún, caballa, sardina o arenque, cebolla, rábanos...

Se suele compartir en comunidad; es decir, se come del mismo recipiente todos juntos y cuchara en mano.

En principio aquellos ingredientes que asoman en la parte superior del sopeao como el pan, huevo o lechuga, luego conforme se va consumiendo llegamos al corazón del majao.

Plato, vitamínico y energético; cargado de fibras, cien por cien vegetales.

En algunos pueblos se le denomina Rin-Ran al majao primero; no confundir con el Rin-Ran de Jaén que suele llevar pescado y no tiene nada que ver con nuestro sopeao, ni con la Porra Antequerana que se acerca más al Salmorejo al ser esta una masa mucho más fina.

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